Marcelo González Imaz
La gran mayoría de las consultas que recibimos tienen su origen en temas relacionados con el amor. Hay consultas que manifiestamente están vinculadas al amor porque involucran relaciones de pareja o incluso la imposibilidad de formar una pareja; allí la presencia del amor es más visible. Pero también recibimos demandas de curación en las que están presentes conflictos amorosos de otro tipo, donde el sufrimiento no es por un amor de pareja, sino que involucra al amor en todas las variantes de los lazos familiares: padres, hijos, hermanos, etc.
Por otra parte, fuera de los consultorios no dejamos de escuchar historias de amores que nacen y amores que mueren. En los círculos en donde nos movemos habitualmente, nos enteramos de historias de amor que involucran a personas cercanas. En las redes sociales, siempre están circulando historias de amor que tienen como centro a famosos que nunca hemos visto, pero que si circulan es porque verdaderamente interesan a muchos.
Las historias de amor, sin importar si son de las lindas o de las otras, si son bastardeadas por unos o consumidas con entusiasmo por otros, ocupan un lugar central en la vida cotidiana de los sujetos contemporáneos. Si bien no se puede vivir de estas historias de amor, propias o ajenas, tampoco es posible vivir sin alguna versión del amor.
Queda claro entonces que la presencia del amor en la dirección de la cura se entrelaza con la lectura que podemos hacer de los acontecimientos amorosos que marcan la vida cotidiana. Ambas presentaciones del amor se entremezclan y se influyen permanentemente.
En los inicios del psicoanálisis, la presencia del amor fue problemática. Mientras se ignoró que el amor y el psicoanálisis estaban ligados y se desconoció el despliegue del amor transferencial, el psicoanálisis fue obstaculizado por el amor. Pero a medida que Freud fue adquiriendo más experiencia clínica no dudó en afirmar que “la transferencia, destinada a ser el máximo escollo para el psicoanálisis, se convierte en su auxiliar más poderoso”. [1]
Tal como ha señalado Jacques-Alain Miller, en Freud “toda la teoría del amor se dirige a mostrar que éste es repetición” [2]. Para Freud era imprescindible que en un psicoanálisis los impulsos amorosos no pasaran a la acción, buscaba darles un tratamiento que los circunscribiera al ámbito psíquico. Por eso alentaba a sus pacientes a no embarcarse en una relación amorosa durante el transcurso del tratamiento: era mejor hacerlo una vez finalizada la cura [3].
Más allá de lo polémica que pueda ser esta idea, permite despejar dos aspectos que la clínica nos enseña: la incidencia de la repetición en la elección amorosa y la lógica que interviene en la elección del objeto de amor.
¿Qué podemos decir actualmente del amor en su vertiente de repetición? ¿Cómo pensar hoy las Contribuciones a la psicología del amor hechas por Freud?
Del lado de Lacan, tal como lo lee JAM, el amor es invención [4]. La propuesta de Lacan abre una dimensión diferente para el amor. Si ustedes buscan la definición de invención en el diccionario de la RAE, se van a sorprender de lo lacanianos que son en la Real Academia Española. Incluye por supuesto la idea de crear algo nuevo que nos remite a la mención que Lacan hizo como al pasar en el seminario 20: la idea de un nuevo amor [5]. Algo que requiere ser investigado.
Pero el término invención también aloja un componente de engaño y de ficción. En este punto encontramos la repetición: los engaños y las ficciones amorosas son milenarios.
Entonces, ¿el amor es repetición o es invención?
Si tengo que adelantar mi opinión personal, el amor es repetición, pero no solamente. Y el amor es invención, pero no solamente, lo cual llevaría la pregunta a otra formulación.
¿En qué situaciones el amor se asienta sobre la repetición y en qué momento lógico surge la posibilidad o incluso la necesidad del amor como invención?
Otro aspecto que nos interpela en nuestra práctica es la transferencia; más específicamente la instalación de la transferencia.
Como sabemos, para Freud la transferencia es una repetición de vínculos amorosos infantiles. Lacan, sin contradecir esto, dejó en claro que “el concepto de repetición nada tiene que ver con el de transferencia” [6]. Para Lacan, la transferencia es amor y está desde el inicio de un análisis
[7]. La novedad lacaniana con respecto a la transferencia es que, sin dejar de considerar la
repetición, incluye una nueva dimensión que cambió la clínica y la dirección de la cura: “la transferencia es amor, (…) Insisto: es el amor el que se dirige al saber” [8].
En su primera enseñanza, Lacan afirmó que “la producción de la transferencia tiene un carácter absolutamente universal, verdaderamente automático” [9]. Nos preguntamos lo siguiente:
¿podemos seguir afirmando hoy que la producción de la transferencia tiene un carácter universal y automático?
Parece difícil sostenerlo, al menos para todos los casos. Hay quienes siguen llegando a los consultorios suponiendo que el psicoanalista detenta un saber que le aliviará el sufrimiento, es decir, que hay consultantes que ubican al psicoanalista en el lugar del Otro. En estos casos, podemos acordar con la afirmación de Lacan.
Pero también hay consultantes en quienes la relación con el Otro está distorsionada: son los sujetos que JAM nombró como desarraigados, sujetos que se han desenganchado del campo del Otro. Las maniobras clínicas con estos sujetos apuntan a rengancharlos con el Otro, que puedan establecer lazo social con el mundo que los rodea. La pregunta es: ¿cómo hacerlo? Porque dependiendo de si esto se logra o no, podremos hablar de instalación de transferencia y de comienzo de un análisis.
Hay otro aspecto relacionado a la transferencia que debemos considerar y es que, aunque se trate de sujetos enganchados o desenganchados al campo del Otro, todos vivimos en un mundo en el cual los algoritmos deciden la información que recibimos porque saben nuestros intereses y nuestros gustos; un mundo donde se recurre constantemente a la omnipresente IA.
¿Cómo maniobrar clínicamente con sujetos que ubican el saber en Google y en la IA?
¿Cómo afectan estos cambios la instalación de la transferencia y los comienzos de análisis?
Hay un último punto que quiero dejar planteado. Aún podemos darle una vuelta más a esta cuestión para dirigirnos a las demandas de amor porque ahí el amor no es solo saber. La demanda de amor gira en torno a dar o no dar: eso que se demanda y que siempre se puede reducir a un gesto de amor dado o negado. Justamente, en contraposición al carácter universal del amor de transferencia, Lacan ubica lo particular de las exigencias del amor que circulan entre las parejas y que, cito a Lacan, “por el contrario, son, como todos lo saben, tan específicas” [10].
Encuentro aquí un punto de conexión entre ese universal que es el amor de transferencia presente en la dirección de la cura y las particulares exigencias del amor fuera de un análisis. Me surgen las siguientes dos preguntas: ¿cuáles son las exigencias específicas que moldean las demandas actuales de amor? ¿Cómo inciden clínicamente las nuevas formas de las demandas de amor, más específicamente en la instalación y en el devenir de la transferencia en el recorrido de un análisis?
Bibliografía
- Freud, S. (1996). Fragmento de análisis de un caso de histeria (1905 [1901]). En: Obras completas, vol. VII (1ª edición, 9ª reimpresión). Buenos Aires, Argentina: Amorrortu editores,
- p. 103
- Miller, J-A. (1985). Lógicas de la vida amorosa. En Conferencias Porteñas. Tomo II.
- Buenos Aires: Editorial Paidós, p. 26.
- Freud, S. (1996). Recordar, repetir y reelaborar (1914). En: Obras completas, vol. XII (1ª edición, 6ª reimpresión). Buenos Aires, Argentina: Amorrortu editores, p. 155)
- Miller, J-A. Ídem.
- Lacan, J. (1995) El Seminario. Libro 20. Aún (1972-73) (1ª edición, 3ª reimpresión). Buenos Aires, Argentina: Editorial Paidós, p. 25.
- . (1993). El Seminario. Libro 11. Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis (1964) (1ª edición, 6ª reimpresión). Buenos Aires, Argentina: Editorial Paidós, p. 41.
- . (2012). Proposición del 9 de octubre de 1967 sobre el psicoanalista de la Escuela (1967). En: Otros escritos (1ª edición, 1ª reimpresión). Buenos Aires, Argentina: Editorial Paidós, p. 265.
- . (2012). Introducción a la edición alemana de un primer volumen de los Escritos (1973). En: Otros escritos (1ª edición, 1ª reimpresión). Buenos Aires, Argentina: Editorial Paidós, p. 584.
- . (1991). El Seminario. Libro 1. Los escritos técnicos de Freud (1953-54) (1ª edición, 7ª reimpresión). Buenos Aires, Argentina: Editorial Paidós, p. 216.
- Ídem.